Las negociaciones por la actualización de los salarios que han quedado desfasados a causa de la inflación, han comenzado a mediados de febrero pasado, en distintos sectores. Si bien hubo protestas para expresar el descontento de las propuestas patronales, no se llegó aún al cese de actividades, excepto en la Universidad Nacional de Tucumán, que inició oficialmente su ciclo lectivo el lunes pasado, en medio de una huelga de 72 horas impulsada por la Asociación de Docentes e Investigadores de la UNT (Adiunt), medida que concluyó ayer.
El titular de la agremiación afirmó que el ministro de Educación de la Nación ofreció entre el 27% y el 28% a los docentes medios. “Si pretende dar ese porcentaje a los universitarios, las autoridades de la UNT deberán tomar una decisión política y mantener -y actualizar- los $ 1.000 que vienen pagando, porque de lo contrario, los auxiliares docentes percibirán un aumento de bolsillo del 1% este año”.
En el acto de apertura de la actividad universitaria, la rectora afirmó que la UNT no puede sostener el pago del adicional que viene pagando a los docentes desde agosto pasado, sin ayuda de la Nación, y que esta no destinará fondos para ese destino. Como una opción, propuso contratos programas a los docentes.
En 2014, la casa de altos estudios estuvo paralizada a lo largo de 90 días. La medida de fuerza se había iniciado el 23 de mayo, seis días antes de que asumieran las nuevas autoridades de la casa de Juan B. Terán. Los directivos de Adiunt habían rechazado el acuerdo salarial que un sector había firmado con el Gobierno nacional. Se quejaban también del trato discriminatorio por recibir los sueldos más bajos de la universidad. Si bien el reclamo salarial fue apoyado en un comienzo por alumnos y padres. Al no tener clases, los perjuicios en el alumnado fueron importantes: muchos estudiantes perdieron turnos de exámenes e incluso hasta el año. El 20 de agosto, los docentes decidieron flexibilizar el paro, tras el anuncio de las autoridades universitarias de conceder un adicional de emergencia de $1.000 hasta que se reabrieran las paritarias a nivel nacional.
Adiunt renovó sus autoridades el 3 de diciembre pasado. A comienzos de enero, el vicerrector José García señaló que habían asumido con la UNT en huelga y que en ese contexto no podía diseñarse un plan estratégico. “Un sector toma una decisión, que puede ser justa o no, pero comete un daño muy grande a la institución. La universidad se nutre de alumnos, y el objetivo clave es formar recursos humanos”, dijo. Como se sabe, es la Nación es la responsable de pagar los salarios universitarios y de otorgar aumentos.
Sería lamentable que la prolongada huelga de 2014 que provocó perjuicios en el desenvolvimiento académico de la UNT, no hubiese dejado ninguna enseñanza y que se insistiera en la misma metodología. Se deben buscar mecanismos razonables de negociación. El paro es una medida de acción directa que se suele tomar cuando las posiciones de los sectores en pugna son irreductibles y el diálogo es inexistente. Iniciar un ciclo lectivo con una huelga de 72 horas es un mal presagio. Más allá de la justicia del reclamo, se debe pensar en el daño que se puede causar en materia educativa. Tratar de resolver los problemas recurriendo a medidas extremas no lleva a buen puerto. La intransigencia nunca es un buen camino para llegar a un acuerdo.